sábado, 20 de junio de 2009

Las ciencias ciertas de Scooby Doo

En un salón de clases de repente aparecí, diciendo cosas que ni yo mismo me creí, la audiencia estupefacta conversaba sin cesar del peinado del Giovanni o las naguas pa mirar, entonces lo veía todo como en fragmentos y pedazos de seres conocidos con otros nuevos conocidos, “mucho gusto, mi nombre es Pablo, y hablo sin saber aquello del conocer”. Me resulta chistoso como eso de enfrentar a la negación con la afirmación, resulta que aparecí dizque de intelectual y profesor, como tal no quería terminar, pues juzgaba su quehacer alejado de verdad, y aunque de cristiano tampoco comulgo, si hay en la palabra alguito mas pa’ la verdad, y pues de académico no me tilden, pero ahora que lo soy, díganme cristiano, que aunque tampoco lo sea, al menos es contradicción. Ojala estos muchachos de sustos no se vayan, y ojala mi Dios me de licencia para hablar. Si todo sale bien, un soplo el cielo traerá, con el chistecito de la fe que es mucho mas que de pensar, pues al coco no deja descansar. A la revolución de la recocha, a la carga y sin dudar, vamos a pensar, que es esto y que es lo otro, como se come y como sabe mas rico, para que fue hecho y quienes lo inventaron, vamos a jugar a la ciencia cierta de Scooby Doo.
Se disfraza la ciencia de algo muy chistoso, en recocha se transforma lo serioso, y ahora que tengo un tiempo, pues entonces les comento, que para mi no hay valor en una ciencia sin verdad, y con esto digo yo, que los ojos nunca ven, como vienen las luces en los días de un salón, entonces me distraigo y sufro en soledad, la palabra viene y fluye, y con amor la quiero dar. No hay palabra sin verdad, y no llego a concluir, si lo que quiero es la verdad o tan solo presumir, al menos uno Dios, al menos uno libre y nada más. Lo cómico y lo trágico se combina en el salón, no hay risa sin sacrificio, no hay lágrima sin esperanza, es como un camino que indica lo que sale del control de un pinche profesor. No poseo lo que pasa, como un instrumento de algo mas allá, una energía me consume, una historia escrita vivo yo. Quien ha sido su inventor, quien ha dado el trazo de esta historia, como terminara Rosquejin, Pichón de Águila y el Comandante Wiwa, un milagro solo es, un distrabe por honor, son patrañas sin razón. Una revolución quiero yo, que se cumpla por doquier, que no sea nadie quien la hace sino que simplemente nazca y nada más, y que si la historia la recuerda, pues que recuerde al Sol y que Dios es justicia y Libertad.
En un salón de clases me la paso ahora, no se haciendo que o para que, solo creo en Dios y nada mas, y todo lo que digo en las manos se lo pongo, pa que destape huecos y acabe falsedad. Tender la trampa a la letoquitis y que el apostille de las mascaras lo recoja la verdad, no una teoría inútil o un escritor de la gramática, como este vasallo de la inutilidad. Porque será que la perfección siempre viene acompañada de la imperfección, porque las palabras hieren a quienes por algún motivo entendemos mal, pues somos cautivos de un gran mundo que se acaba sin cesar, y que poco o nada conoce de amar. Que triste es todo eso, pero que tanta es la Esperanza, pues la tortura nunca es mas grande que la misma verdad, así que no coman cuento de palabra existencial, y deseche todo esto en las cloacas del río Bogotá, que ya ha cambiado todo, desde el comienzo hasta el final, recuerdo al escribiente escribir simplicidad, en tierras de australasia con chiste y sin ventura, volver complejo algo simple nunca es válido enseñar.

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