viernes, 5 de marzo de 2010

Arremedos de historias y malabares de palabras.

Violines que se mesen afanosamente y se llevan la atención, sofocando un principio que pronto deviene en fin, toma nuevo aire y sigue el siguiente, arremedos del tiempo, y ficciones divertidas lo hacen caer de su propia desfachatez, y entonces todo pasa de color a oscuro y vuelve el incestuoso afán de llevar la escena con dramas y comedias, para recrear el considere del absurdismo, los racionamientos alimenticios y la ayuda proveniente del exterior no son suficientes, pues insiste en ser un devorador capaz de llegar al final de todo cuento de películas, cambiándole el tono de sospechoso a certero, preparando el camino del encuentro y no miento, cuando se tome el transporte y al kilometro 9 alla me vaya, como de costumbre las cosas y razones vendrán a mi cabeza, el corazón palpitara y si lo decidirá, dándole aceptación y verdad al Verdadero, para honrar aquella frase que elimina el pasado y anula el futuro y dejar nada mas que el eterno presente.
Chelos mas graves enrojecen la escena, el protagonista ya cansado la toma de la mano, le declara tres poemas y la lleva a dormir con él, para soñar en conjunto el recuerdo de sus versos, entonces cadeneando el fermento siguen bailando, sintiendo ya estar donde los famosos lo hicieron, jurando en la cabeza muchas cosas de arrogante para que adelante se haga el diamante, expande los rayos y lo cubre completo, irradia la piel y lo siente el paciente, arrojando a los lagos un sueño de niños, entonces te pasas y tomas del agua, paseas el ceño y frunces la ceja, agradeces refrescar lo seco con lo frio y volver a repetir la misma sensación, pero te das cuenta que no es la misma, que quizá el paladar dice otra cosa, un extraño bucle aparece mientras miras de reojo el escribir del escritor que esta sentado al lado tuyo, una intervención tiene que venir, se pasa por la mente y baja hasta el encéfalo, que vendrá o saldrá, boicoteara o baladrara, mientras terminas el segundo vaso de agua fría.
Conexión viva de guitarra , teatro y voces, tenores oscilante que tiemblan la lengua, baja la nota y aparece la boca torcida hacia lados jamás esperados, entonces agudece el tono y estribillo, la clave demarca suspiros sublimes, es aparecer en un coro con monjes vestidos de atuendos cafes y largas capuchas, y entonces la manga se esconde y aparece un mansito en tabla de surf, haciendo veintuna o jugándole al tejo, enrolando sinuosos cuentos de antes, de Italia 90 o Uruguay 30, se vive la vida, se hace la acción, de no dársela al malo porque la puede cagar, toda persona es un equipo de futbol: 11 almas de Dios y humanos que aprenden luchando y viviendo como lo hace cualquiera, jugadores y directores, árbitros y publico, periodistas y camarógrafos, periódicos y radios, camarones y mercenarios, todos tomados de la misma manita bailando a la rueda y cantándole al lobo, “el lobo esta?.....se esta bañando los dientes”, y de repente uno sale detrás del otro, cualquier combinación, un arbitro detrás de jugadores, o periodistas detrás de directores, sale la cosa como bolido imparable, como Juan Miguel Potes, gran jugador de todos los tiempos y recordado por el Salón Pleno como el gran miembro futbolístico.
Suena la campana y salimos a recreo, de México han llamado y Dios mediante La Mozzarella atenderá pronto, para marcharse y decidir, como se viene a vivir, agradeciendo al Altísimo por toda su protección, porque con ángeles y amores, ha puesto a Mario a dirigir el próximo paso que debemos hacer. Los artistas ya tienen nariz y los malabaristas juegan con pelotas, bailando en la cicla de una sola rueda, con música y circo, celebra la ayuda del tiempo desierto, idioma eficaz, se dice las gracias, se da de bondad, que el amor nos lleve. Quiubo está ahí el mico saikiri que dice en su lengua que sostienen sus manos, impavideces de hoy, inocente y perdido se frita la escena y pide al augurio.

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