viernes, 5 de marzo de 2010

Carta a mi Mayor.


Estimado Mayor, siendo usted una persona que ha dedicado su vida al uniforme militar, guiado por unos valores que en reconocimiento de la ley se le pueden valorar como altruistas y dignos de admirar en cuanto a coraje y valentía se refieren, y no siendo mis oídos sordos ni arrogantes a pensar que lo que venga de su conocimiento sea juzgable como despreciable, sino todo lo contrario, quede jugando y reflexionando con muchas de las cosas que usted decía la otra vez a la niña del restaurante cuando le preguntaba quien creía que cuidaba el sueño de todos nosotros, asumiendo la respuesta como lógica y univoca: el ejército nacional. No deja de ser interesante para mi ver como el miedo, puede presentar tan fascinantes disfraces hasta el punto de usar el de la seguridad como su favorito, y claro, todo viene con un sentimiento emocional que no dejaría cabida a pensar una respuesta diferente, así sea evidente que la solución correcta a su acertijo viene ya maniatada y formulada con el remordimiento característico de quien teme en nombre de la valentía, y toma las armas en nombre de la paz. Nada mas mi estimado Mayor, y siendo sincero con el entendimiento que a sus razones no deja un cabo suelto, pensemos que no hay mortal mas cagado del susto que aquel que de su uniforme se aprovecha de tal para imponer su razón y su modo de ser para ser aplaudido y sentirse regocijado, y no necesariamente de manera cruel, pues en el juego y en la recocha, tampoco deja de ser siempre extraño y sospechosa esa extraña manipulación que impone el verde camuflado ante la razón provista de argumentos pero carente de armas. Yo también cago del susto ante lo que a uno de los suyos se le ocurra interpretar si por ejemplo se le respondiera que no es el ejercito nacional quien cuida de nuestros sueños, sino es nuestra propia conciencia y sentido que le damos a nuestra vida, que si despertamos como locos gritando en pesadillas o dormimos arrullados como bebes, nada tiene que ver si el soldado duerme en la garita o se mantiene despierto. Usted le adjudica la razón a los suyos, mañana vendrá el guerrillo y así también lo hará, y nosotros solo le daremos la razón y lo trataremos con el mejor de los cuidados en no lesionar su ego herido y ofuscado que no acepta la verdad, pues tal lo encandelilla y lo podría sacar de la cueva como lo hacen los murciélagos cuando se encienden las luces en las cavernas. Solo eso pensaba yo en mis ratos de ocio mi mayor, me imagino que usted también debe tener muchas cosas interesantes que contar, solo despójese de la contradicción que implica para usted vivir en adiestramiento castrense y vera que podrá ejercer mejor su oficio militar, no ante sus superiores, pero si mejor ante la vida y usted mismo. Convénzase que es una misión, que por ser de un bando o del otro no tiene valoración, sino por lo que desde adentro usted le imprima a esa profesión. Para finalizar mi estimado mayor, déjeme decirle que tiene usted un buen sentido del humor y que la idea de montar un circo en Tarapacá es la mejor idea que me hayan podido dar, cuide esos brotes de genialidad, que asi tengan ese impreso de rencor militar, son pequeñas profecías que pronto se cumplirán. Bueno mi mayor, me retiro al trote, marrrrrrrrrrr.

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