viernes, 5 de marzo de 2010

Los cuadernos de colores.

Se maniobrea el presente y guasulea la jalea, agarrado del diente de lo chichones de Boluda, preparándose a una de esas típicas perradas Villadales y las salientes de los bofes, que sin preguntar y sin siquiera asemejar un acto de confianza o plena y santa cursilería se inclinan en reverencia a las copas de la vida, salud, salud, salud, ya no quiero decir nunca más salud, sonríen y se miran a los ojos porque corre el rumor que se identifican por una extraña filiación a la mirada del brindis, que mas pareciese un combo de supersticiones y creencias en yo no se que fundadas, asomado y diciendo que esto no es tan serio, y no es sino un cuento. Les dice el sentido de la tierna y llana juventud, aruñando pedazos de hiel, porque por el inigualable sabor y sonidos de las tierras de mullumbimby y las delicias del Yogurt Griego de la casa a donde se encontraron los manuscritos, se cuenta lo que el escribiente descubrió mientras buscaba las bolitas del pikis en lo hondo del zaguán, entonces sin querer tomo en su mano una pila de cuadernos de colores verde, amarillo, azul, negro, rojo y el arco iris, dice que nunca antes se hubiese imaginado tal explosión de colores y sabores con las humildes piezas teatrales que compone la Mozzarella, siempre con la misión del destiniente de dar compañía al solo, alegría al deprimido y consuelo al desdichado. Que más podría esperarse de tremenda gallada de armados por guitarras, confetis y juguetes, haciendo el relajo como solo la fresa, la crema y la galleta han sabido hacerlo por los tiempos inrecordados de l gran peleador de zumo Yoko Lagunas.

No hay comentarios: