viernes, 5 de marzo de 2010

Cine negro, violento pero chistoso.

Un poco tarde y mas por causa de la casualidad he tenido dos encuentros repentinos con el cine colombiano, Perro come perro y Satanás, ambas películas me gustaron, muy buenos actores, historias truculentas, ambientadas en urbes colombianas, Cali, Bogotá. Lo negro se confunde con la banalidad y todos tienen precio. Quiero resaltar al desparchado lector algunas impresiones que rondan mi cabeza entorno a los temas de violencia que parecen pulular hoy en día no solo en televisión, en la casa o el colegio, sino también en el cine, pareciese como si el único momento disponible que tiene la imaginación para crear un momento o realidad diferente, fuera descartado deliberadamente y a cambio, ofrecido, como todo, a la violencia. Pero esta violencia, a pesar de verse tan negra y cruda como la que se siente en las calles o campos de este país, algo tiene de diferente, tiene esmero en mostrarse cinematográficamente interesante. Confieso que soy de aquellos que cuando están viendo una película y hay un asesinato de manera cruel, llámesele cortar la lengua o desmembrar con moto sierra, cierra los ojos con muestras de repudio, pero dejo un pequeño hueco para saciar el morbo de querer ver cómo es que lo muestran, lo que el sociólogo Pierre Bourdieu definiría como “una coerción que se instituye por medio del reconocimiento extorsionado que el dominado no puede dejar de prestar al dominante”. Entonces, me pregunto que es lo que siento cuando veo esas escenas, porque si me repugnan las disfruto y hasta me hacen reír.
La última película de Tarantino, Unglorious Bastard, es un recuento bastante creativo de una historia que sucede en la tan trillada segunda guerra mundial, divertidas escenas, personajes estrambóticos, los gringos siguen siendo gringos y los nazis los malos del paseo, pero en fin, eso no importa mucho porque lo principal está en recrear la violencia con una mordaz cuota de ironía y humor….parece que hoy en día esta mas difícil hacer malas películas que buenas (obviamente lo malo seguirá existiendo).
Recuerdo una anécdota hace pocos años atrás en una comunidad cristiana de Australia en la cual tuve la oportunidad de vivir, ortodoxos, tradicionales, radicales y ascetas totales, la primera noche que estuve allá era noche de película, los niños rogaban por una de ellas, los grandes les dieron gusto, no me acuerdo como se llamaba pero si me acuerdo perfectamente que se trataba de militares estadounidenses matando iraquíes como chachos de guerra, sin ningún contenido mas allá que divertir a punta de exhibición de tecnología militar. O sorpresa, que cine más feo, pensé para mis adentros, pero esta gente que se dice cristiana y elegida como permite que los niños observen una basura como tal? Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Pero bueno, salgamos de mi gusto personal y reflexionemos de donde proviene esa fascinación por lo violento en el cine, que tipo de identificación sucede entre lo que se muestra y el observante. Al parecer hay un sentimiento humano que nos hace fijarnos e identifica con lo violento en la naturaleza humana, una especie de pulsión del sujeto hacia lo que produce sufrimiento y placer al mismo tiempo. El efecto de la recreación de escenas violentas en la pantalla cobra seguramente otro tipo de funcionalidad humana mas allá del morbo del entretenimiento, lo violento es una manera de vivir lo violento en la imaginación y de asegurarse de algún modo que no se pase a lo real. El erotismo ante la muerte, la atracción por la sangre y el uso de la maldad exacerbada está servida incluso para quienes aseveran una devoción especial hacia el amor.
En Colombia las películas que más tienen éxito están cargadas de balaceras, guerra, no mas échenle un vistazo a un canal comercial, y si, somos un país un país violento. Pero esta relación no es causal porque seguramente en un país como Dinamarca también circulan películas violentas y no son un país violento. Y es que podemos hablar de muchas formas de violencia dentro del cine, la crítica, y la acrítica, la cruda y la irónica, la realista y la exagerada, de muchos tipo de público y en medio una considerable gama de posibilidades de percepción y reacción ante estas. En fin, tanta cosa que hay que no se sabe que pensar, pero algo se me ocurre en este preciso momento, de pronto como idea para un futuro guionista de películas violentas, no es una idea nueva pero si la quiero resaltar, combinar la violencia con lo dramático y el humor, es decir, darle más opciones de interpretación al señor observador quien se degusta viendo un fusilamiento (o no viéndolo), la historia de un asesino en serie, o cualquiera de esas cosas, la violencia como objeto cultural puede ser más rico que la mera exaltación de lo negro y la tragedia. Es inevitable abstraer al observador de sentir algo por los personajes de la película, siempre hay una identificación automática hacia unos de ellos, a mi me gustan los malos pero chistosos, sádicos pero creativos, la música de aventuras, la comedia barata o el chiste mal contado, no se que mas se me puede ocurrir, en fin, ojala esa película alguna vez llegue a mi computador personal y poder deleitarme una vez más con el cine nacional.

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