martes, 6 de octubre de 2009

Nerviecitos de las ciencias.

Despierto una mañana en un hostal de Leticia, es sábado, y es Shabbta, se que hoy nada voy hacer, que no sea algo de solo introspección, charlas espirituales o juego entre fraternos, pero como en este momento la vidita me tiene sin semejante al lado mío entonces decido prender unas bocanadas de la hoja del tiempo perdido, eso me da impulso para sentarme al lado de mi cama, con una mesa de noche improvisada como escritorio para colocar este aparato que llaman computadora. Sonando esta Babasónicos, suena una canción que dice “la miseria y su estertor nos mata”, todo deviene en una atmosfera bizarra y me coge un nerviecito, que se pone más nerviosito pues decido escribir acerca de él y no dejarme detener por sus dudas infantiles. Hay un destino inescrutable en todo esto, y es el que debe superar estos dilemas de la vida, de lo contrario la vaina se quedaría en un punto estancado a donde solo nada pasa, quizá ese sea el punto en que me ha dejado la vida ahora y por eso me ha enviado a los mundos laborales de la ciencia y la productividad. Me siento nervioso porque no estoy haciendo lo que quiero, osea, La Mozzarella, pero por otro me satisface conocer los andamiajes de la tecnología y el poder, que aunque aquí no se vea ni la tecnología ni el poder, en otros países implica una de las áreas mas estimuladas por los gobiernos. No quiero caer en extremos a los que suelo recurrir, como de pensar que la ciencia es la cura o tragedia de todo, porque no es así, la ciencia es solo una humanada mas y como tal depende de la energía que se le ponga, puede acercarse a lo uno o a lo otro.

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